Lecciones de estilo de David Bowie, rey del glam
Su influyente imagen es imborrable en ninguna de nuestras mentes
“Con tu tacón de aguja / los ojos pintados / dos kilos de Rimmel / muy negros los labios”, cantaban Alaska y Dinarama en su canción‘El rey del glam’. Y quizás resulte una contradicción, pero enBowie nunca ha habido disfraces. El artista más –y mejor– maquillado de la historia nunca ha llevado máscaras. Transformó su personalidad más purapara darnos una lección de arte: guiaba a sus estilistas, pintarrajeaba los bocetos de sus prendas, y hasta escribía los storyboards de sus videoclips. "El rock debe prostituirse", bramaba. Eso debió pensar cuando se enfundó en aquel mono simétrico de Kansai Yamamoto para su última actuación como Ziggy Stardust en el teatro Odeon de Londres.
Quizás también tuvo aquello en mente en la gira ‘Earthing’, cuando se puso esa americana de Alexander McQueen estampada con la Union Jack. ¿Sus modistas de cabecera? Siempre fueronFreddi Buretti y Mark Ravitz, responsables de algunas de las joyas más célebres que ha popularizado el artista. Todavía recordamos sus botas de plataforma rojas o el parche en el ojo en aquella actuación en la televisión holandesa cantando ‘Rebel Rebel’.
Ocultismo, bisexualidad, excesos y pastillas de quaaludes, la droga de moda en los 70, resumen el cóctel estético de este genio. Un genio que se vistió de arlequín en el videoclip de 'Scary Monsters' y al que un día Yamamoto volvió a embutir en otro mono, esta de vez de vinilo. “Hombreras gigantescas / glitter en el pelo / esmalte de uñas negro / leopardo y cuero”, seguía Alaska en la canción de antes. Abran bien los ojos, que Bowie se ha marchado pero el mito sigue vivo. Agudicen la vista y relajen su pupila izquierda como la del propio cantante –nunca tuvo un ojo de cada color, sino una dilatación en uno de ellos–, y no crean nada de lo que les cuenten.
Escuchen ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars' o tómense unas cápsulas de quaaludes. El efecto es el mismo, aunque el primero sabe menos amargo. O como hizo Bowie, vayan a Berlín y compartan piso con Iggy Pop. Sólo entonces sabrán de qué va esto del glam, y quizás consigan que un rayo lisérgico les parta por la mitad y les convierta en polvo mágico. Polvo de estrellas, por supuesto.
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