¿Estarías dispuesto a pagar 450 euros por unos calzoncillos?
La burbuja ‘underwear’ no es tan mortífera como la inmobiliaria, pero tu cartera puede acabar igualmente dañada.
“Hace unos años, a los jóvenes jamás se les hubiera ocurrido enseñar su ropa interior. Hoy, por el contrario, si no lo haces dejas de ser cool”. Así definió recientemente Tommy Hilfiger la evolución histórica de un prenda tradicionalmente introvertida. Un viaje por Instagram o las páginas de cualquier revista de moda sirve para certificar su popularidad y su uso como excusa para mostrar encantos. Ese tirón ha obligado a las firmas a ofrecer versiones mejoradas, diseños novedosos y, naturalmente, propuestas para públicos heterogéneos. El underwear de lujo es una de esas propuestas: nos fascina por lo innovador y lo sorprendente. Y por ese puntito absurdo también.
Aquí la horquilla de precios es tan extensa como en la moda tradicional. Podemos encontrar slips hechos a mano, relativamente baratos, y versiones que pueden alcanzar casi el medio millar de euros. La ropa interior de Hermès es la más cara del mercado: su diseño menos económico, de finísimo algodón y tejido a mano, se vende por 450 euros. La casa francesa no es la única que juega en la primera liga del lujo interior, pero sí una de las que más cuida su forma de trabajar.
Aquí la horquilla de precios es tan extensa como en la moda tradicional. Podemos encontrar slips hechos a mano, relativamente baratos, y versiones que pueden alcanzar casi el medio millar de euros. La ropa interior de Hermès es la más cara del mercado: su diseño menos económico, de finísimo algodón y tejido a mano, se vende por 450 euros. La casa francesa no es la única que juega en la primera liga del lujo interior, pero sí una de las que más cuida su forma de trabajar.
Nuestro país también exporta el lujo que no se ve. The Perfect Son aplica las técnicas de la tradición camisera para confeccionar ropa interior.Estos artesanos barceloneses suelen culminar su trabajo planchando las prendas, perfumándolas y envolviéndolas con mimo. Emplean algodón muy fino (GIZA 45 Cotonificio Albini), gomas de microfibras libres de látex (para evitar alergias dermatológicas), costuras francesas y botones de nácar. El precio de sus diseños está estandarizado: 210 euros por pieza.
La casa londinense Derek Rose, una compañía familiar casi centenaria que presume de fabricar “la ropa interior más exquisita del mundo”, ofrece calzoncillos de seda por 178 euros el par. El diseño que emplean favorece un mínimo contacto del tejido con la piel.Esa misma idea es la que manejan los responsables de Håndværk, la firma neoyorquina de básicos que entrevistamos el año pasado. Su especialidad es el algodón peruano. A pesar de su carácter artesano, el precio es relativamente económico: 42,50 euros. Cabe mencionar otras firmas nicho como Håndværk: nuestras favoritas son la británica Sunspel y las suizas Hanro y Zimmerli.
La casa londinense Derek Rose, una compañía familiar casi centenaria que presume de fabricar “la ropa interior más exquisita del mundo”, ofrece calzoncillos de seda por 178 euros el par. El diseño que emplean favorece un mínimo contacto del tejido con la piel.Esa misma idea es la que manejan los responsables de Håndværk, la firma neoyorquina de básicos que entrevistamos el año pasado. Su especialidad es el algodón peruano. A pesar de su carácter artesano, el precio es relativamente económico: 42,50 euros. Cabe mencionar otras firmas nicho como Håndværk: nuestras favoritas son la británica Sunspel y las suizas Hanro y Zimmerli.
Pero, ¿a qué se debe esta fiebre de las firmas por cuidar tanto los detalles que no se ven? Frente a la madurez del mercado femenino (cómo ignorar los desfiles de Victoria’s Secret), el masculino ha seguido su propio camino con no pocos prejuicios y absurdas limitaciones. Afortunadamente hoy nos encontramos en una situación de virtual igualdad: la existencia de unos calzoncillos que cuestan 450 euros prueba la demanda de un público que hace unos años no existía. Y esa es una buena noticia, pues prueba la culinación del proceso.
Antes de que Justin Bieber se paseara con los pantalones semibajados o que Rafa Nadal se pusiera a jugar al tenis en las calles neoyorquinas sugiriendo la cinturilla elástica de sus boxers de Tommy Hilfiger, en 1992 Mark Wahlberg ya posó en paños menores para aquella célebre campaña de Calvin Klein. Aquella fue la primera vez que la moda convirtió la ropa interior masculina en fenómeno mediático. Desde entonces, otras firmas y otros iconos han ido abriendo camino, de David Beckham a Cristiano Ronaldo.
Antes de que Justin Bieber se paseara con los pantalones semibajados o que Rafa Nadal se pusiera a jugar al tenis en las calles neoyorquinas sugiriendo la cinturilla elástica de sus boxers de Tommy Hilfiger, en 1992 Mark Wahlberg ya posó en paños menores para aquella célebre campaña de Calvin Klein. Aquella fue la primera vez que la moda convirtió la ropa interior masculina en fenómeno mediático. Desde entonces, otras firmas y otros iconos han ido abriendo camino, de David Beckham a Cristiano Ronaldo.
Sin duda, nos encontramos ante una burbuja. Muchas firmas que hoy florecen al abrigo de la novedad, acabarán pereciendo. Lo mismo ocurre en otros sectores, pues se trata de una tendencia inevitable. Al final quedarán quienes mejor sepan adaptarse a las exigencias del mercado. De momento hay hombres que exigen calzoncillos de altísima calidad: una calidad que se llama 450 euros.
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